lunes, 8 de febrero de 2010

Las casas en el aire

Las casas en el aire
Por: Carlos Araque López*
Dice el vallenato a ritmo de son La casa en el aire del maestro Rafael Escalona: “voy a hacerte una casa en el aire, solamente pa’ que vivas tu…” y luego explica: “como esa casa no tiene cimientos en el sistema que he inventado yo, me la sostienen en el firmamento los angelitos que le pido a Dios”. Una fantástica casa flotante para un mundo mágico. Muy diferente a las ‘zonas francas en el aire’ que se anunciaron hace años para Tuta y Tunja.
En noviembre del 2007 se anunció con bombos y platillos, y con reina sueca a bordo, la colocación de la primera piedra de la planta de alcohol carburante (etanol) a base de remolacha azucarada en Tuta y a partir de ella la creación de la Zona Franca Permanente Especial. Con una inversión de más de 200 millones de dólares, empresarios extranjeros y colombianos, bajo el incentivo del Gobierno nacional y el impulso de la firma Maquilagro S.A., construirían la planta sobre 47 fanegadas, utilizarían 10 mil hectáreas para cultivo de la remolacha, generarían 6 mil empleos (más que el municipio de Tuta), capacitarían a los vecinos en producción agroindustrial y producirían 300 mil litros de alcohol carburante. Iba a estar lista a mitad del 2009. Se eligió a Tuta por factores determinantes como la laboriosidad de los boyacenses, la calidad de la tierra, el clima, la disponibilidad de agua y la cercanía a Bogotá gracias a la Doble Calzada BTS e imagino yo por la experiencia de los tuteños en el cultivo de remolacha. A raíz de esto el Gobierno del presidente Álvaro Uribe impulsaría la zona franca en la modalidad de proyecto agroindustrial.
El otro megaproyecto es la Zona Franca de Tunja. Promesa de campaña del alcalde Arturo Montejo, la cual se desarrollaría a partir del Aeropuerto Gustavo Rojas Pinilla (inactivo según la Aerocivil) y en la que fabricarían pequeños aviones y sería utilizada para entrenar personal aéreo. Esta por su parte generaría 17.150 empleos directos e indirectos, tendría hangares, bodegas, salas de conferencia, hoteles, parques, vías internas y acceso a la Doble Calzada. Se gestionaron 11.000 millones de pesos según sus promotores.
Los beneficios tributarios y aduaneros de una zona franca son ventajas para el inversionista. Permiten importar maquinaria y materia prima libres de arancel e IVA de importación. Además la exención del impuesto del IVA con una tarifa de renta del 15% a insumos nacionales. Por otro lado los requisitos para crearlas son muy exigentes, 32 millones de dólares de inversión y 500 empleos permanentes como mínimo. La Zona Franca de Tuta aparece aprobada en la página del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo; la de Tunja no.
Ninguna de las dos obras avanzó como prometieron. En Tuta sigue estando la piedra solitaria y en Tunja sólo discursos y promesas. Culpar a la crisis económica, la burocracia o la envidia que torpedea cualquier iniciativa en Boyacá es negar la realidad evidente; las zonas francas de Tuta y Tunja son dos fiascos de gobiernos que prometen y no cumplen, dos inventos que generaron falsas expectativas y causaron especulación en el precio de la tierra. Dos ‘casas en el aire’ que se las llevará el viento y la razón.
*Periodista internacional

viernes, 5 de febrero de 2010

Agro irrespeto seguro

La columna vertebral
Agro Irrespeto Seguro

Por: Diego Higuera Jiménez*

Todos hemos visto como el estereotipo del boyacense recurrentemente se refiere a cosas negativas, como por ejemplo: ‘acá la gente se muere más de envidia que de cáncer, nuestra capital es la ‘ciudad las tres efes’, los políticos acá son los más corruptos y clientelistas del país’, y toda serie de ofensas que sólo sirven para justificar el irrespeto con el que se trata al departamento, no solo desde el punto de vista cultural, sino también político. La indecencia con la que se repartieron los subsidios de Agro Ingreso Seguro entre el campesinado boyacense es una muestra de ese menosprecio.
Como lo dice en una conmovedora y elocuente frase Umberto Eco en voz de su personaje, fray Guillermo de Baskerville, en su obra maestra El nombre de la rosa: “la violencia proviene de la exclusión”. En nuestro caso la exclusión proviene en gran medida por cuenta propia cuando creemos que somos incapaces, indignos o incompetentes de merecer el respeto y lugar que en realidad nos corresponde.
La vulgaridad del Ministerio de Agricultura en el sonadísimo caso del Agro Ingreso Seguro, donde se asignaron dineros públicos a familia adineradas, reinas de belleza y a los promotores del referendo reeleccionista (subsidios no reembolsables entre $2.500 y $1.000 millones de pesos); que supuestamente estaban destinados a fortalecer el sufrido campo colombiano, no produjo el rechazo que se esperaría en un departamento agrícola como éste. La desvergonzada bajeza implicó un ultraje a las personas más honestas y trabajadoras del país, mientras que ‘nuestros’ representantes Jorge Hernando Pedraza y Héctor Helí Rojas, miembros de los dos partidos tradicionales, se declararon impedidos para defender a Boyacá cuando el caso llegó al Congreso.
En cambio nuestros candidatos no vieron inconveniente en recibir los subsidios. El aspirante a la Cámara por el Partido Conservador, Juan Pérez Hidalgo y su padre, el ex senador y ex gerente de la liquidada Caja Agraria Juan Pérez Rubiano, recibieron un subsidio del Gobierno de más de 100 millones de pesos para un sistema de regadío en su finca en Duitama. Otra ‘joya’, Luis Francisco Cardozo, candidato a la Cámara, también por el ‘trapo azul’, declaró públicamente que “una asociación, en donde está un hermano mío, recibió una ayuda de 80 millones de pesos”. Mientras estos gamonales y terratenientes se repartían los favores del Gobierno, los campesinos boyacenses, los que trabajan la tierra, son ejemplo moral y sí necesitan la ayuda recibían 33 mil pesos en promedio.
Exigimos respeto. A los delegados ante el Congreso, que son la voz de esta tierra ante el país, les recordamos su deber de defender los intereses del departamento del cual son oriundos y al que le deben su posición. No es un favor, ni una súplica, es una orden del pueblo. No permitan que a Boyacá la traten o vuelvan a tratar así. Defiéndanos, ayúdenos a quienes combatimos la exclusión, para eso fueron elegidos.
* Abogado constitucionalista